domingo, 3 de enero de 2016

12 sentidos (Revista Ohlala - Octubre y Noviembre 2014 Enero 2015)

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¿5 sentidos? Cuando la emoción pasa por el cuerpo

Ampliá tus sentidos y aprendé a conectarte con tu cuerpo
Por Paula Pantano | Para Revista OHLALÁ!
 
Foto: Corbis
Dentro de la teoría de los doce sentidos de Willi Aeppli, hay un grupo de cuatro sentidos emotivos, que son los que nos ponen en contacto con el mundo exterior y que influyen en el sentimiento, las simpatías y antipatías. Estos operan en nuestro interior, en nuestra mente y en nuestro cuerpo de acuerdo con la emoción y la vivencia que tengamos.
Sentido del olfato: es el más primitivo, con él comenzamos a relacionarnos con el mundo. Por ejemplo, apenas nacemos sabemos dónde está nuestra mamá a través de este sentido.
Y si cerramos los ojos y olemos un limón, dejamos que nuestro cuerpo se inunde con su aroma y que así despierte en nuestro ser todo lo que el "aroma a limón" significa en nosotras: puede ser esa tarta riquísima que hacía nuestra abuela o el aroma de las flores de limón de un árbol del campo. El aroma a limón se mete a través de nuestra nariz y transforma nuestra emoción y con ella nuestro cuerpo, por ejemplo, relajándonos o poniéndonos la piel de gallina.
Sentido del gusto: ya no solo se percibe la sustancia, sino que se mete en el cuerpo de manera material. Lo que comemos modifica nuestros aromas, la forma de nuestro cuerpo, la energía que tenemos e incluso el estado de nuestra piel.
La experiencia gustativa percibe texturas, temperaturas, aromas y sabores; es una experiencia "riquísima" que muchas veces pasamos de largo, por no estar conscientes al momento de recibir los alimentos y los sabores en general.
Sentido de la vista: a través de este sentido percibimos el color, las luces y las sombras, que van cambiando con el movimiento y, por ende, ya son dos los sentidos que se involucran. A veces, nos quedamos solo con lo visual, pero el desafío es tratar de percibir algunas cosas de una manera más completa. ¿No te pasó nunca, por ejemplo, reencontrarte con un librito de la infancia, mirarlo, ver las imágenes y trasladarte en el tiempo a sensaciones, lugares y olores? O ver una foto de una persona y pensar que no es bella, para luego conocerla, y entonces sí pensar que es ¡bellísima! Ahí entran sentidos mucho más sutiles, porque quizá rasgos "no bellos" -desde el concepto estándar-, combinados con una forma grácil de moverse, un aroma agradable, luces y sombras que se manifiestan..., nos hacen cambiar de opinión.
Sentido térmico: la temperatura del cuerpo varía muchas veces gracias al movimiento, pero también pasa que si algo nos entusiasma o nos pone ansiosas, con muchas ganas de que suceda, esas sensaciones pasan al cuerpo y nos hacen levantar la temperatura. Por el contrario, al deprimirnos también sentimos que nos achuchamos y nos da más frío. Por eso, el movimiento nos ayuda a sentirnos más dispuestas, más alegres y con más voluntad. Otro ejemplo: cuando nos ponemos rojas y acaloradas de vergüenza o pálidas y congeladas por un susto. ¡Es en estos momentos cuando no podemos evitar que nuestro cuerpo se manifieste!
De yapa, va un ejercicio para notar la individualidad de los sentidos: llená tres recipientes con agua de temperaturas diferentes, caliente, fría y tibia. Poné una mano en el agua caliente y la otra en el agua fría y dejalas reposar unos minutos. Después, sacá ambas y ponelas en el agua tibia. ¿Qué sentís? Vas a notar que ambas manos sienten algo diferente. Algo parecido pasa con la vista: si entrás en un lugar oscuro, en el primer momento parece que no ves nada, pero después de un tiempo el ojo se adapta y logramos ver.
¿Conclusión? Tus sentidos te hacen sensible. Usalos, disfrutalos, desarrollalos... ¡y contame!
Además, Paula nos contesta nuestras dudas más frecuentes sobre el gym.

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