jueves, 18 de febrero de 2016

Entrevista Paula Pantano (Revista Ohlala - Dic 2015)

Paula Pantano: el movimiento es salud

Nuestra coach corporal nos cuenta sobre su búsqueda a través del baile y nos alienta a no quedarnos quietas.
Por Carola Birgin y Soledad Simond | Para Revista OHLALÁ!
 
Foto: Xavier Martín.
Nieta de una cubana que cocinaba bailando e hija de un tanguero, Paula creció con ritmo y supo muy temprano que quería ser bailarina. Pero un poco la desalentaron ciertos docentes ("sos muy alta, no es para vos") y otro poco, los mandatos familiares ("el arte es un hobby, no un trabajo"). Así que se puso a estudiar para ser maestra jardinera mientras se formaba también en jazz y danzas latinas. Sin embargo, llegó un momento en que dijo: "Bailar me hace feliz", y con el apoyo de su mamá resolvió seguir su educación en el IUNA, donde se recibió como profesora de expresión corporal y licenciada en composición coreográfica. Después, se especializó en Pilates y su camino se integró finalmente en los círculos de mujeres que coordina hoy en su casa de Hurlingham.
En esta charla, su cuerpo también habla por ella y sus palabras confirman que el movimiento es bienestar y conciencia.
Como profesora, ¿qué te proponés enseñar?
Cuando una alumna, ya sea de baile, de Pilates o de trabajo corporal para embarazadas, termina de hacer su clase y me dice: "Me volvió el alma al cuerpo", yo me siento realizada. Porque de eso se trata, todas las diferentes cosas que hago tienen en común esto de tender un puente entre el cuerpo y el alma, la idea es conectarnos para habitarnos de otra manera, habitar el cuerpo como un templito de nuestra alma.
¿Cómo se consigue?
Hay que lograr que pare la vorágine de la cabeza, centrarse en las sensaciones de lo que estamos haciendo. Yo trabajo mucho prestándole atención a lo que vamos sintiendo en cada partecita del cuerpo y entendiendo, por ejemplo, qué aloja esa contractura crónica que tenés: mientras la intentamos disolver, aparecen un montón de cosas, desde imágenes hasta llantos, también risas algunas veces.
¿Cómo son los círculos que coordinás?
Nos juntamos en Luna llena, generalmente en el parque de mi casa, que es grande y da para eso. La idea es estar al aire libre, contemplar la Luna y recibir su energía. Las mujeres nos reunimos en círculo y cada Luna hacemos algo distinto, dependiendo bastante de dónde esté la Luna astrológicamente, y trabajamos esa energía, con un fogoncito, hacemos cantos desde las entrañas con la caja coplera -que es un tambor chamánico pero doble-, bailamos y después vemos, a mí me gusta darle importancia a lo que va fluyendo. Hubo un círculo en el que llovía y nos fuimos todas adentro de mi casa a tejer. Es muy lindo lo que se arma. Los círculos van mutando siempre y en esa mutación vamos buscando la forma. Hasta hicimos dos círculos que eran mixtos y fue espectacular, súper sanador. Ahí tuve un clic en el que dije: "La división del género ya no va", porque hay un punto en el que los géneros son una construcción social. Está bueno que podamos juntarnos como humanos y compartir la energía masculina y femenina que cada uno tiene.
 
Foto: Xavier Martín.
¿Qué aportaron los hombres en el círculo?
Primero, desde esta cosa contraria, hombre-mujer, yin-yang, ellos ocupaban bien su rol y nosotras el nuestro; y después, también pasó que ya no importaba si eras hombre o mujer, ya estábamos todos bailando, era una masa, éramos todos uno.
¿Cómo trabajás tu propio canal o instrumento para estar abierta a fluir en lo que sucede?
Desde la contemplación de la naturaleza y también desde el movimiento. Busqué muchas formas de meditar, pero el momento de quedarme sentada y no moverme era una tortura porque soy del movimiento. Sé que también es una búsqueda la quietud, pero ¡yo necesito moverme!
Parece que el Pilates ya te queda chico, ¿o no?
Sí, todo este año estuve en una especie de crisis porque siento que al método le falta una vuelta que todavía nadie le dio. Yo tengo ganas, pero es mucho trabajo y veo que estoy abarcando mucho y no me decido si mandarme por acá o irme para el lado del yoga o la danza.
¿A dónde creés que hoy no llega el Pilates?
No llega a lo que llega el yoga, por ejemplo. Cuando Joseph lo creó, lo hizo desde el yoga, la danza y la kinesiología. Pero él lo armo desde la meditación zen. De repente, yo entro en un estado meditativo haciendo Pilates, pero si, por ejemplo, estoy con un profe que me pide que salga y haga diez repeticiones de otra cosa, me saca de ese estado tan profundo.
¿Para conectarse con el cuerpo hay que desaprender lo aprendido?
Absolutamente. La expresión corporal me ayudó muchísimo a moverme desde el lugar que tengo ganas. Es algo muy difícil de trabajar. Hay que desaprender estructuras, vencer pavadas que tenemos metidas en la cabeza, como "esto es ridículo, esto es feo, estoy haciendo cualquier cosa".
¿Cómo se pone en movimiento a alguien que no encuentra el tiempo ni la motivación para hacerlo?
 
Libros inspiradores para ponerte en movimiento.  Foto: Prensa
Es muy difícil lograr el interés, creo que la única forma es siguiendo la afinidad. Y hay algo muy simple que funciona: tener una esfera en casa. Porque es como que está ahí inflada molestando y decís: "Cómo me duele la espalda" y te tirás, y ya eso para mí es magia. Siempre les digo a mis alumnas: "Hacé algunos movimientos, tirate en la mantita, en vez de la reposera, mirá la TV sentada con las piernas abiertas...", pero no lo hacen. Ahora, si tienen la pelota, sí lo hacen.
Por qué creés que no lo hacemos, ¿es falta de disciplina?
No, es falta de conciencia. Una no le da bola al cuerpo: te duele y te duele y seguís. Pero, para mí, la danza tiene esa particularidad fantástica de que te olvidás de todo. Yo la comparo con el sexo, porque en ese momento una se conecta con eso y todo lo demás, adiós.
¿Que es la salud para vos?
La salud es movimiento. Al movernos, transpiramos y sacamos toxinas.
Vos hablás del movimiento como disfrute...
Esa es la clave, el movimiento como disfrute, encontrar lo que te hace sentir que estás disfrutando y no sentir la tortura de "tengo que ir", si bien vamos a sentir en la rutina "hoy llueve, tengo que ir", es el saber que vas y después te encanta estar en la clase, salís re bien. El esfuerzo, más que nada, tiene que ser el ir, pero tenés que saber que cuando estás ahí, vas a disfrutar. No solamente cuando te fuiste, ¿viste que hay veces que después te sentís divina?, no solo eso, sino también en el mientras tanto.
¿Existe una manera de vivir sin contracturas?
Sí, movernos. Nos contracturamos porque estamos sentadas todo el día, porque para comer vamos al supermercado: no subimos al árbol como sube el mono a buscar la banana. Ni siquiera vamos a agacharnos a agarrar la acelguita de la huerta. Estamos quietas. Tenemos que movernos en la parada del colectivo, cualquier momento muerto sirve. La clave es mover la columna, no estar siempre sentadas en la misma posición, la columna es una serpiente que debe moverse todo el tiempo, hay nutrientes en la columna que se segregan en el momento en que vos te movés. Siempre me encuentro con lectoras ohlaleras que me dicen: "Te leo", y cuando les pregunto: "¿Y vos qué hacés?", muchas veces me dicen: "Nada", y les respondo: "¡Por favor, te lo suplico, leeme al menos con las piernas abiertas...!". .
¿Sentís que necesitás ponerte en movimiento? Seguí otros consejos de Paula Pantano: Entrená tu cuerpo al ritmo de los tambores y Cuando la emoción pasa por el cuerpo